La Infancia

jueves, 17 de junio de 2010

Erase una vez un hombre que no quería dejar de ser niño, un día despertó, y comprendió que estaba envejeciendo, y que la vida sin pedirle su opinión, lo estaba convirtiendo en un adulto, alguien que debía ser responsable, vigilar y procurar por los demás, demostrar madurez, y que no se podía permitir ciertas cosas, que le resultaban divertidas y que, si bien como niño podía disfrutar, como adulto seguramente no estarían bien vistas.


Así que pensando durante largo tiempo, trazo un plan, en primer lugar, y para poder ser niño, debía conseguir que sus padres no envejecieran más de la cuenta, pues entonces pasarían a ser abuelos y no padres, debían quererle, guiarle, cuidarle y mantenerle libre de toda decisión y responsabilidad a cambio, el seguiría siendo ese niño que tanto habían querido. Recordaba cuantas veces había oído a los adultos decir a los nuevos padres, “disfruta de tu niño ahora, que enseguida crecen y se hacen mayores”, parecía ser que solo se podía disfrutar de una persona cuando esta era pequeña, y por supuesto él no quería dejar de desilusionar a sus padres.

En segundo lugar, el renunciaría a todas aquellas cosas de las que disfrutaban los adultos, a cambio ganaría en tranquilidad, ya que no debería tomar decisiones, ni debería enfrentarse a todas esas cosas a las que se enfrentan los adultos, como la propia idea de la muerte, y podría pasarse la vida jugando y disfrutando de las cosas que siempre le habían gustado de pequeño.

Lo tenia claro, iba a seguir siendo niño y sabia como hacerlo, pero planificando como lograrlo, los días y los meses fueron pasando, conoció, una chica, con la que entablo una hermosa relación, cuando quiso darse cuanta se vio sacudido, se había convertido en un adulto. Sintió el fracaso en su propia piel, pensó que ya no podría disfrutar de la vida y que había fallado a sus padres.

Un día, decidió hablar con sus padres ”Lo siento” les dijo. “Os he fallado”. Sus padres se miraron entre si extrañados, mientras el seguía su discurso “Quería seguir siendo niño para que disfrutarais de mi”, quería que fuerais felices para siempre”. Sus padres, sin saber que hacer solo consiguieron soltar una risilla simpática, y con una mirada se lo dijeron todo. “No, te equivocas, sigues siendo un niño, eso no lo dudes, así que has conseguido lo que querías. Es más, has encontrado a una niña magnifica con la que jugar”.

Le gustó la respuesta de sus padres, aunque no la entendía, se miraba en el espejo y veía sus canas, sin duda era adulto, tenia que procurar por su mujer, tanto como ella procuraba por él, y por sus reciente hijo. Aunque sin entenderlo creyó firmemente en lo que le dijeron sus padres, y como niño intento jugar todo lo que pudo, disfrutando de su vida.

Un día, su hijo, vino a casa con su novia, ya era todo un hombre, y fue entonces, cuando aquel niño-hombre, finalmente lo entendió todo.

3 comentarios:

KawaYama dijo...

Em primer lugar me alegro que hayas retomado el trabajo de los blogs y más con este artículo en el cual me siento muy yo mismo.
Abrazos

Seibei dijo...

hola kend-ito, muchas gracias por el comentario. Como va todo? lei que te habias lesionado, va mejor? espero que si.
YO por mi parte despues de una temporada de mala pata (empezando por romperme el dedo pequeño del pie en kendo), espero estar otra vez liso para ir al dojo a la vuelta de vacaciones, tengo muchas ganas, aunque la verdad me da un poco de palo despues de tanto tiempo.

Un abrazo y hasta pronto.

KawaYama dijo...

Holas estimat,

Por aquí las cosas como siempre dando palos al agua ya que a otro lugar me huele que no. Cuando parece que golpeas bién resulta que alguien dice que no. Es desesperante chico.
Esperamos tu venida después de verano okis?. Cuídate ya que hemos de darte todos los Men, kotés , bla bla que hemos guardado especialmente para ti.

Un abrazo